DÍA SEIS NOVENA SANTA MARÍA MAGDALENA

 

 DÍA 6

AL PIE DE LA CRUZ


“Cerca de la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofás y María Magdalena”. San Juan 19, 25.

REFLEXIÓN DEL DÍA 

¿Qué mueve el corazón de una mujer a vencer el miedo y el respeto humano, permaneciendo firme en la cruz? No mera emoción, sino convicción y amor. Sólo un amor auténtico y en maduración mantuvo a María Magdalena anclada en su determinación de estar presente con Jesús hasta el final, mientras el tumultuoso mar de tristeza, confusión y dolor prácticamente la ahogaba. El asombro y la paz en el lugar cercano de la redención de la humanidad tendrían que esperar hasta que su comprensión del plan de Dios saliera a la luz. En su observación de la desfiguración sangrienta de su amado "Rabboni", el horror y la ira por la injusticia alimentaron su decisión de verlo acompañado. Ella no lo abandonaría.



María Magdalena pudo haber estado al pie de la cruz a pesar de la presencia de Juan y de las otras mujeres, pero el deseo de permanecer en solidaridad con sus amigas fue un incentivo adicional. En su corazón se forjaron lecciones incalculables en esas tres horas vivificantes. Mientras estaba con la madre de Jesús, la Magdalena pudo vislumbrar lo que el verdadero amor era capaz de soportar. El amor de una madre, el amor de esta madre, dio sus frutos en un sufrimiento silencioso y una fe profunda, porque Ella, más que nadie, sabía quién era su Hijo. Las profecías de un siervo sufriente que “fue traspasado por nuestras transgresiones” sostuvieron la esperanza al recordar el versículo triunfante: “Después que haya sufrido, verá la luz de la vida y quedará satisfecho” (Isaías 53). Y la fe fue alimentada por una canción en la que figura un mesías, aparentemente abandonado por Dios, pero justo y recordado por las generaciones futuras.



La vida cristiana conlleva inevitablemente sufrimiento. Llámalo camino de purificación. En esos momentos, María Magdalena nos anima a permanecer firmes en la fe, la esperanza y el amor al pie de la cruz. Ella nos enseña que no estamos simplemente siguiendo a un Cristo crucificado a quien estamos llamados a imitar, ni estamos llamados a simplemente levantar nuestras manos y soportar pasivamente lo que no podemos controlar. Nos enseña a adentrarnos en el misterio del sufrimiento redentor en sí mismo, cuando las circunstancias de la vida no se desarrollan según nuestra lógica.



Como cristianos, estamos llamados a ver más allá de lo que nos trae la vida y descubrir que el Señor abre un camino de beatificación del alma a través de la fe, la confianza y el amor. Él nos da la bienvenida al crisol de la purificación para quemar los impedimentos a la santidad, es decir, el egoísmo. Después de caminar con el Señor, escuchar y prestar atención a su Palabra y esforzarnos por ser fieles seguidores, podemos pensar fácilmente que merecemos un trofeo por nuestros logros. Pero el amor del Señor busca llevarnos más profundamente a su corazón, identificándonos con Su ser para el otro. Nos invita a entrar en el misterio de Su corazón divino que teme no sufrir por amor. Como María Magdalena, aprendamos esto de la escuela de la cruz de Jesús y de su primer discípulo, su Madre.



ORACIÓN DEL DÍA

Señor Jesús, nos invitas a un amor más profundo uniendo nuestro sufrimiento a Tu cruz. Ayúdanos a ver los sufrimientos de la vida a través del corazón del Padre que desea llevarnos a la plenitud de la vida en Ti y a través de Ti. Ayuda a todos los que sufren a mirarte, dándose cuenta de la belleza y el poder redentor de una vida entregada por amor a los demás. Ayúdanos a permanecer firmes en la fe, la esperanza y el amor. Amén.

Santa María Magdalena, ruega por nosotros.




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